El músico santiagueño, que presenta nuevo
disco, anticipa proyectos y habla de su necesidad de hacer cosas nuevas.
Raly Barrionuevo tiembla con la lluvia del otro lado del
vidrio, en el séptimo piso de un hotel de Palermo y sonríe con pausa. “Ando con ganas de tocar ya. De tocar y
volverme a mi casa en el campo”, dice, mirando los tonos de gris allá
arriba, en tiempo de sudestada.
El santiagueño, uno de los pocos artistas de raíz folclórica
del siglo XXI que logró masividad con una apuesta independiente, sin el compás
del mercado para renovar la tradición, vive en Unquillo (Córdoba) desde hace
años. Pero regresó a Buenos Aires para presentar, ayer, esta noche y mañana a
las 21 en Niceto Club (Niceto Vega 5510) su undécimo disco, El
sueño de los viajeros, que grabó en vivo en la gira 2013-2014.
“Para mí -confía Raly-
es un alivio sacar este disco y también otro que vendrá quizá antes de fin de
año. Necesitaba soltarlos para hacerles espacio a las cosas nuevas.”
Así mira al futuro el músico santiagueño, que ayer cumplió
43 años, en coincidencia con el lanzamiento de El sueño de los viajeros
por su sello Disco Trashumante, ahora devenido en una plataforma virtual activa
de producción y venta de música.
“Es un nuevo modelo
por fuera de las grandes discográficas. Internet da muchas posibilidades”,
concibe Raly. Pero el disco no es el único motivo de su regreso fugaz a Buenos
Aires. “Hoy haré primero un repaso de mi
disco Chango, de 2014, en el que homenajeé al referencial Chango Rodríguez sólo
con guitarras y voz; luego, con la banda voy a tocar los trece temas de El
sueño”.
En este disco, el artista se animó a conjugar su visión
folclórica -alimentada siempre de la innovación- con otro pulso: un set de
vientos de ska y reggae a cargo de Agustín Azubel (saxo, Nonpalidece), Martino
Gesualdi (trombón, Dancing Mood) y Nahuel Aschei (trompeta, La Perra que los
Parió).
“Quería registrar este
sonido, con el amor y la onda que le pusieron los chicos. Lo grabamos en un
parque muy grande, en Barker (Benito Juárez) y había muchos pibes de mochila.
Encima se largó a llover y cuando paró había mucha más euforia”, cuenta
Raly.
A la par, trama la segunda parte de su disco Radio AM
(2009): un nuevo rescate del repertorio de canciones criollas de los años ‘40 y
‘50 que solía cantar su padre, el Niño Barrionuevo. “Lo tengo casi listo y tiene que ver todavía más con mi padre que Radio
AM. Es muy fuerte hacerlo”, adelanta, y acentúa: “Vengo con una energía linda, renovada, porque mi disco Rodar, de 2012,
fue el último que hice cuando vivía mi vieja. Para mí era un rito escuchar mis
discos con mi mamá. Ella me hacía críticas muy constructivas de cada uno. Por
eso digo que necesitaba soltar: lo que te mantiene es hacer música nueva. Es la
mejor forma de seguir conectando con el vértigo de la creación”.
Pero no son los únicos caminos sin red que atesora Raly. “Ahora voy a encarar una larga gira por la
Patagonia y en octubre voy a tocar con la española Amparo Sánchez - de
Amparanoia- por el norte de Europa. Ella hace su gira otoñal por Austria,
Holanda, Alemania, Dinamarca, y me invitó a acompañarla. Es una hermana
incondicional. Hemos tocado a dúo en varias movidas y grabé en su último disco.
Es un desafío muy hermoso irme de gira con ella”, advierte.
Alguna vez, Raly dijo que no le interesaba
viajar por el mundo por turismo; sólo para tocar. “De hecho, en abril fui a Europa por un mes y a la semana estaba en mi
casa. No aguanté, jeje. Pero me di el gusto de ir a ver a James Taylor: era mi
sueño. Y hablé un rato con él. Le regalé el disco Chango y le confesé: ‘James,
sos como un padre para mí. El único artista por el que haría lo que hice: venirme
hasta Amsterdam para verte’. Y James Taylor me contestó: ‘Vos estás loco’”. Fuente: Clarin.com
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