El álbum, con su formato original creado por
Juan Oreste Gatti, será la punta de lanza de una serie de reediciones en vinilo
del rock nacional a cargo de Sony Music y la distribuidora DBN.
Algunos pibes de mi generación pasamos de leer El Tony y El
Super Ratón a "Heliogábalo o el anarquista coronado" y "Van
Gogh, el suicidado por la sociedad". Es que terminábamos de comprar el
último álbum del Flaco Spinetta, "Artaud". Eran tiempos en que ya
nuestros viejos no agitaban el fantasma del avión negro de Perón, porque el
viejo general había regresado definitivamente a la Argentina. Y era el nuevo
presidente. La Masacre de Ezeiza cicatrizaba a través de las imágenes que
habíamos visto en la redondeada TV meses atrás, sin entender demasiado eso de
"la derecha peronista". Finalizaba 1973. El año del Viejo. El año del
Tío. Y también el año del surgimiento del terror institucionalizado: nacía la
Triple A. Y en medio de todo esto cerraba el año la aparición de "Artaud",
un vinilo que el Flaco, con sólo 23 años, dedicaba al poeta y escritor maldito
francés, con un puñado de canciones que asomaban sencillas en su apariencia y
muy complejas en su relleno. Encima, el cartón que envolvía la joya era tan
irregular que mi vieja siempre se lo llevaba puesto al pasar el escobillón por
abajo del porta LP del tocadiscos. "A quién se le ocurre semejante
idea", decía, maldiciendo al deforme sobre. La pobre no sabía que se
trataba del mejor disco del rock argentino.
Ahora, el álbum, con su formato original creado por el
diseñador Juan Oreste Gatti, será la punta de lanza de una serie de reediciones
en vinilo del rock nacional a cargo de Sony Music y la distribuidora DBN, y que
verá la luz a partir de la segunda semana de mayo. La serie dedicada a Luis
Alberto Spinetta propone a "Almendra" (debut del grupo homónimo de
1969), "Pescado 2" (segundo disco de Pescado Rabioso 1972-1973),
"Artaud" (editado bajo el nombre de Pescado Rabioso pero solista, de
fines de 1973), "Durazno sangrando" (segundo del trío Invisible de
1975), "El jardín de los presentes" (último disco del trío, en 1976)
y "A 18' del sol" (solista de 1977).
El mítico paralepípedo de "Artaud" evocaba la
figura de un pez verde iluminado en el centro por un brillo amarillo. Y los
memoriosos deberán recordar que los colores del pez, el verde y el amarillo, se
explicaban en un tarjeta oculta en el interior del disco. "¿Acaso no son
el verde y el amarillo cada uno de los colores opuestos de la muerte, el verde,
para la resurrección y el amarillo para la descomposición y la
decadencia?", es la pregunta del mismo Antonin Artaud (contenida en una
carta a Jean Paulhan, de 1937) que rescató Spinetta para poner en el sobre
interno. "Artaud" se gestó en el momento en que Pescado Rabioso se
esfumaba como grupo, y Spinetta pensaba en la conformación de Invisible, su
siguiente agrupación. Es por ello que si bien el disco es atribuido a Pescado,
la autoría pertenece pura y exclusivamente a Spinetta.
La oportuna reedición de "Artaud" y el resto de
los discos lanzados originalmente en aquella década —esperanzadora primero y
tremendamente oscura y nefasta después— es como una caricia al alma y a la
eterna nostalgia. En lo estrictamente musical, qué se puede agregar a los
kilómetros de columnas ya escritos. "Artaud", un puñado de grandes
canciones que, encima, incluye a una de las mejores obras de la música
argentina, "Cantata de puentes amarillos". El doble "Pescado
2" (a pesar de mi preferencia por el zeppeliano "Desatormentándonos",
el debut de Pescado) es un bellísimo disco y tiene en sus filas a
"Cristálida" ("Aguas claras de olimpos"), la mejor canción
del Flaco hasta ese momento. También fue el disco en que David Lebón se sumó al
grupo. En el recital de presentación del disco en el porteño teatro Astral,
Lebón apareció sobre el escenario vestido de mujer y...
Los pibes de la barra en Bigand no se vestían de
mujer, pero andábamos con largas camisetas al borde de los harapos, jean
desgarrados, y aún imberbes pero con los cabellos colgando como nidos de cotorras.
Entrábamos al club del pueblo a jugar al billar, con los vinilos de rock bajo
los brazos, y entre ellos se distinguían los de Pescado, sobresaliendo el
deforme cartón verde. Así, los despabilados de la generación siguiente nos
nombraron "Los" Pescados Rabiosos, casi como un insulto o una tomada
de pelo. Nosotros, como aceptando la ironía, le pusimos el nombre de Pescado
Rabioso al equipo de fútbol que teníamos para competir en la liga comercial. La
primera indumentaria fueron once estiradas y rotosas camisetas de dormir
teñidas de naranja. En menos de un año teníamos la camiseta diseñada y hecha
especialmente para el equipo, amarilla con vivos verdes, y el nombre Pescado
Rabioso estampado orgulloso sobre el pecho. Con esa camiseta un año salimos campeones. www.lacapital.com.ar
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