Hace varios años ya que la cantante santiagueña Roxana
Carabajal eligió Unquillo para vivir junto con su familia. En su momento, ella
buscaba placidez y tranquilidad para desarrollar una nueva plenitud. Y a juzgar
por el contenido de Soy, su primer disco como “vecina de Sierras Chicas”,
parece haberlas encontrado.
Realizado junto al técnico Esteban Cavotti y producido
artísticamente por Gonzalo Koller, su pareja, el disco es un muestrario de días
felices a partir de un crisol de ritmos que reafirman a Roxana como compositora
elástica, no necesariamente atada a un estándar folklórico patentado con
excelencia por el clan al que pertenece.
En Soy, Roxana elige en primer término dar cuenta de su
luminoso presente. Abre con Por los caminos, una pieza que la acerca al huayno
pop de Marcela Morelo y que tiene a Los Tekis como invitados. Radioamigable,
concluye que “el sol fue despertar en vos /quemando los mismos sueños /
fundimos nuestras miradas / de eterna inmensidad, de amor y libertad”.
Esa apertura linkea fuerte con el promedio formado por A mis
hijos (medio tiempo que se va zigzagueando con una armónica, compases después
de un “sos el que acaricia el alma en mi soledad / el que ilumina mi camino si
hay oscuridad”), y por Madre, tema pianísimo ornamentado con cuerdas que puede
funcionar como su propio Las manos de mi madre (de su tío Peteco). Allí, Roxana
hace rimar con maestría “pan casero” con “esmero”, al tiempo que dedica “a mi
mami Zita y a la memoria de mis tías Cristina y Niña”.
Estas canciones, de propias letras y músicas, sirven como
espaldarazo conceptual de lo que Carabajal expresa en Vidalita, donde se pone
en la piel de una coplera eléctrica y psicodélica. “Andando voy, solita, como
el viento”, se le oye en esa pieza. Es tal cual, Roxana hace su camino sin
atender demandas del entorno, ni presiones por portación de apellido. Y en esos
términos ejerce como propio filtro de realidad cercana en la chacarera Soñemos
unidos, dedicada a Gabriel Torres, asesinado en 2013 en los corsos de Unquillo.
Los rasgos expresivos son conocidos: voz dulce y potente, la
“r” pronunciada con fuerza y la “y” reemplazada deliberadamente por la “i” con
tal de conseguir fragor regional. A propósito, el disco tiene una potente
reserva santiagueña, ya que Roxana lega una chacarera sobre la identidad
construida en su terruño (Por los pueblos) e interpreta otras afines, con
pasión y pasmódica naturalidad (Por si no te vuelvo a ver y Chacarera del
bombisto).
En suma, Soy da cuenta de lo que Roxana es y de
lo que la trajo hasta aquí. Funde presente y pasado, transita el camino de su
vida. Fuente: vos.lavoz.com.ar/
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